sábado, 16 de septiembre de 2017

Mi perro a escondidas

                                  Mi perro a escondidas

Julia era una niña muy creativa y su gran sueño era tener una mascota, alguien con quien jugar ya que sus padres trabajaban todos los días y ella se sentía muy sola, además hace unos meses se había mudado y no tenía ningún amigo. Extrañaba mucho su antiguo colegio donde tenía a todos sus amigos, no tenía hermanos, ella igual valoraba todo lo que sus padres hacían por ella.

Un día iba caminando por el barrio y vio un perrito triste, sin familia, muy hambriento y luego pensó:

-No puedo dejar a ese pobre cachorrito solo y hambriento, me lo llevare a casa, así tendremos los dos compañía-

Así que se lo llevo a casa sin decirle nada a sus padres. Llegando a su casa lo alimento y lo escondió en su garaje:

-Bueno si vas a hacer mi perro a escondidas debes tener un nombre, puede ser Bobby, no es un nombre muy común, tal vez Robby, no, tiene que ser un nombre especial, ¡Ya se! Patitas, es el nombre perfecto porque tus patitas son muy suaves y lindas-

Julia quiso decirles a sus padres que tenía a un perrito pero ellos se lo ponían muy difícil, como la otra vez que ella intento hablar del tema pero no resulto. Era la cena un martes por la noche:

-Y mami ¿Qué opinas de las mascotas?-

-¿Mascotas? ¡No! lo mío no son las mascotas, cuando era pequeña mi madre me compro un pez y se me cayó- le respondió la madre

-¿Qué? ¿Pero cómo así? – pregunto Julia

-Pues veras estaba con mi hermana Cecilia jugando a la pelota cuando entonces golpeamos muy duro la pelota y se rompió la pecera-

-Qué pena mami – dijo Julia – Y  ti papá ¿te gustan las mascotas?-

-No, nunca me gustaron-

-¿Porque?-
-Porque cuesta mucha responsabilidad tener una mascota hija, cuando era pequeño me regalaron un perro y…-

-Y también le paso algo- interrumpió Julia

-No, es que nos olvidamos de ponerle correa y huyó-

En ese momento Julia recordó que no había cerrado la puerta del garaje, de inmediato se retiró de la mesa sin que nadie se diera cuenta.
Y si había olvidado cerrar la puerta y Patitas ya no estaba, no tuvo otra alternativa que decirles la verdad a sus padres para que la ayudaran a buscarlo.

 Después de decirle a sus padres aceptaron ayudarla, buscaron a Patitas por todas partes  en el parque, en el centro, en la plaza, le avisaron a los vecinos, pero no lo encontraron .Julia decidió rendirse, pero después sus padres la consolaron y le dijeron que en cualquier momento iba  aparecer.


Al siguiente día se despertó y encontró una caja, como ella era muy curiosa quiso abrirla y ahí estaba Patitas .Ella le agradeció a sus padres por dejarla tener una mascota y a partir de ese momento ninguno de ellos se volvió a sentir solo.

FIN


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jueves, 23 de marzo de 2017

El polo sin lavar

                                                         El polo sin lavar

Había una vez un niño llamado José, él era un niño que valoraba mucho lo que hacían sus padres por él, un día sus padres le regalaron un polo azul con rayos de color 
amarillo, en su cumpleaños número 9, él agradecido les dijo:

-Muchas gracias mamá y papá lo voy a cuidar muchísimo-

-De nada hijito costo cara por favor espero que te guste- le dijo el padre

-¿Gustarme? ¡Me encanta!- Contesto el pequeño

 Un día sonó el teléfono, José contestó era su amigo Carlos y le dijo:

-Oye amigo vienes a jugar futbol vamos a estar en el parque de Don Eduardo-

-Claro amigo ahora voy-

-Mamá voy a jugar con mis amigos en el parque de Don Eduardo-

-¿Don Eduardo? ¿Qué es eso?-

-Mamá ya te dije, los chicos y yo le decimos así porque hay un señor muy bueno que nos vende paquetes de maní y le decimos el parque Don Eduardo-

-Ahh ok pero no aceptes nada cosas de un extraño ah-

-No mamá él es amigo de mi papá-

José se puso su polo nuevo y se fue al parque

Los chicos compraron bolsitas de maní, jugaron partidos y al final todos se fueron en bicicleta a sus casas. José vino con el polo lleno de barro y sucio, lo puso en su canasta de ropa sucia pasaron algunas semanas y su madre le dijo:

-Es tiempo de que aprendas a lavar-

Se fueron al cuarto de lavar ropa y le dijo:

-Lava lo que haya en tu canasta-

-Si mamá-

Él saco sus pantalones y sus camisas y en eso encontró  su polo azul con rayos amarillos


Y lo puso a lavar, cuando estaba limpio y seco lo plancho y se lo puso y dijo:

-Como nuevo-

FIN 
                                                                                                                                

                                      


















martes, 17 de enero de 2017

Sin ni siquiera un "gracias"

                                               Sin ni siquiera un “gracias”

Había una vez un niño que no valoraba todo lo que hacen por él, en la vecindad lo llamaban niño malagradecido, por ejemplo, cuando su madre cocinaba algo que se demoraba todo un día y cuando el llegaba lo veía y decía:

-No me gusta ¡Cómprame algo mejor!-

-Pero, hijito ni siquiera lo has probado- contesto la madre

- No necesito probarlo ¡se ve asqueroso!-respondía siempre

Su madre llenaba los ojos de lágrimas y le compraba algo más y lamentablemente tenía que votar la comida, o tal vez cuando su padre le compraba un regalo de navidad lo habría sonreía y se iba a jugar con el juguete sin ni siquiera un “gracias” bueno no solo a sus padres si no también a sus amigos cuando le regalaban algo nunca agradecía e igual a los vecinos, cuando su vecina Doña Paula (La pastelera)  le decía:

-Oye, pequeño toma es el pastel que me sobro de la tienda-

Él lo tomaba y se iba sin ni siquiera un “gracias”

De pronto llego la navidad y sus padres le compraron el juguete que tanto anhelaba, cuando lo abrió sonrió y se fue a jugar con el juguete en eso le dio algo de sueño y tuvo un sueño en donde se le aparecía Dios y pasaba momentos en la que no valoraba a todos:

-¿Quién eres tú? Si estoy en el cielo ¿Estoy muerto?

-Pequeño, valora a todos lo que hacen algo bueno por ti, tú siempre le hablas mal a las personas-

El pequeño reflexiono y después dios le dijo:

-No te olvides de lo que hablamos-

En eso se despertó llamo a sus padres y les dijo:

-Mamá, Papá…yo-

-Ya hijo ahora que deseas-la interrumpió su madre

-No mamá, no quiero nada pero quería decirles “gracias”, gracias por todo lo que han hecho por mí-

Se abrazaron y se perdonaron y desde ese momento el pequeño siempre agradeció todo.


Dedicatoria: A mi grupo de trabajo del SAM: Percy, Matias, Franco y Renato .Por ayudarme a crear esta historia.

                                                      FIN